Con los chicos en las aulas

Mucho se ha dicho estas tres semanas sobre el conflicto docente que mantiene en vilo a más de cuatro millones de alumnos en nuestra provincia de Buenos Aires y sus familias. Se han volcado opiniones de las más diversas en cuanto a que los educadores deben estar bien remunerados, cosa que es absolutamente cierta y válida, pero no debemos pasar por alto que nos estamos salteando lo esencial: qué y cómo se aprende en nuestras escuelas

A esta situación de deterioro en el sistema público de enseñanza no se llegó por el último año y medio.  Son décadas de malas acciones de gobierno, de planes de estudio que nacieron como transformadores y terminaron en un fracaso estruendoso, de desmerecer el rol del docente, de nula inversión en equipamiento e infraestructura escolar, de bajar contenidos, de confundir el valor de la escuela y dejarla en un lugar donde los chicos van a suplir lo que les falta en su casa y no ha adquirir conocimientos que les sirvan como herramienta de superación para su vida.

Llegamos a un camino donde la salida aparece borrosa. Con asombro fuimos testigos como sociedad de que se ha terminado en una lucha de rivales, cuando sindicatos como representantes genuinos de los docentes y autoridades gubernamentales deberían consensuar cómo mejoramos el sistema educativo, cómo lo devolvemos al primer nivel que supo tener en latinoamérica, cómo lo ubicamos otra vez como instrumento de movilidad social.

No se trata de perder o ganar, no es una guerra y si la es, claramente los que pierden no son los unos ni los otros, son los alumnos que no se educan, que ven el ensanchamiento de la brecha entre los que concurren al sistema privado y los que no.

Eso es verdaderamente inquietante. Cuando un padre pierde la confianza en la educación pública debe alarmar a los gobiernos y a los gremios, a los que están ejerciendo un cargo y a los que pasaron, a los que vendrán, también. Me pregunto, qué futuro dejamos si esa situación se naturaliza, si dejamos que gane el “sálvese quien pueda”.

El diálogo y la discusión en una mesa paritaria es algo lógico, las medidas de fuerza son el punto más extremo. Hasta el momento no se ha logrado nada dejando las aulas vacías. Es necesario dialogar el tiempo que sea necesario para alcanzar el mejor de los acuerdos, recapacitar, pero con los chicos en el aula, aprendiendo, compartiendo, adquiriendo valores, aquellos que son los que nos formaron a muchos que somos producto de la escuela pública y a los que le debemos lo que somos hoy.

Suscribite a nuestro Newsletter
Suscribirme